lunes, 29 de junio de 2009


Alimentad el espíritu con grandes pensamientos. La fe en el heroísmo hace los héroes.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Cancíon de Otoño en Primavera ..A Gregorio Martínez Sierra

Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer...


Plural ha sido la celeste historia de mi corazón. Era una dulce niña, en este mundo de duelo y de aflicción.


Miraba como el alba pura; sonreía como una flor. Era su cabellera obscura hecha de noche y de dolor.


Yo era tímido como un niño. Ella, naturalmente, fue, para mi amor hecho de armiño, Herodías y Salomé...


Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer...

Y más consoladora y más halagadora y expresiva, la otra fue más sensitiva cual no pensé encontrar jamás.

Pues a su continua ternura una pasión violenta unía. En un peplo de gasa pura una bacante se envolvía...

En sus brazos tomó mi ensueño y lo arrulló como a un bebé... Y te mató, triste y pequeño, falto de luz, falto de fe...

Juventud, divino tesoro, ¡te fuiste para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer...


Otra juzgó que era mi boca el estuche de su pasión; y que me roería, loca, con sus dientes el corazón.


Poniendo en un amor de exceso la mira de su voluntad, mientras eran abrazo y beso síntesis de la eternidad;
y de nuestra carne ligera imaginar siempre un Edén, sin pensar que la Primavera y la carne acaban también...


Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer.


¡Y las demás! En tantos climas, en tantas tierras siempre son, si no pretextos de mis rimas fantasmas de mi corazón.


En vano busqué a la princesa que estaba triste de esperar. La vida es dura. Amarga y pesa. ¡Ya no hay princesa que cantar!


Mas a pesar del tiempo terco, mi sed de amor no tiene fin; con el cabello gris, me acerco a los rosales del jardín...


Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro
sin querer... ¡Mas es mía el Alba de oro!

jueves, 13 de noviembre de 2008

Notte Etterna

El Fantasma de la Opera!.

Encuentro...


El era un caballero sobreviviente de muchas batallas. Cansado y leal. Hombre fiel y de buena madera. Los años se habian ensañado con su figura y ya no conservaba las belleza de otros tiempos. Entre todas sus armas, la favorita era la pluma. Un caballero que luchaba por la cultura y por la superación de una epoca negra.Ella una princesa de libro de cuento. Delgada y frágil, hermosa cabellera rubia que enmarcaba su rostro. Los ojos un poco tristes. Las facciones con gesto melancólico. Encerrada en su castillo de cristal. Sin poder asomarse a los jardínes. Donde el horror de las calles asusta y apesta con su pestilencia salvaje.Ni el uno ni el otro se conocían. No se presentían siquiera. El era el otoño, y ella la primavera. Sus caminos y veredas eran tan distintos que pudieran no haberse cruzado jamás. Pero esa tarde, las estrellas se configuron de una extraña manera. Los planetas se alinearon sumando su influencia. Los elementos del alma respondieron como una sola voz. Y se conocieron.A su manera particular, cada uno de ellos defendía el bien. No parecian coincidir en mucho simple vista. Pero a veces no se necesita la coincidencia. En ocasiones las almas encajan de tal modo que es un extraño misterio. Un signo quizás. Una señal de que alguien nos destina.Ella, como la describiría: Delgada y pálida. Su cabellera rubia al viento del atardecer enrulada prolijamente. Unos profundos ojos color cielo mirando con curiosidad el horizonte sobre el már. Quizás soñando con un destino más allá de las playas que tenía bajo sus pies. Un traje color blanco aduraznado, delicado como su palida piel. Largo hasta los tobillos, la pollera acampanada llena de plieges delicados. Y un chaleco negro ceñido, bordado con hilos de oro y plata, y decorado con piedras preciosas, rubies y esmeraldas y opalos.Para él fue verla y sentír como un rayo lo atravesaba. De pronto su mirada se lleno de una mueca extraña, mezcla de alegria y de tristeza. Y si bien era hombre de pocas palabras. Se quedo en silencio contemplandola. Se avergonzaba de sus propias manos, por temor a dañar el aire que corria como la débil ala de una mariposa. Pero no fué eso lo que lo sorprendió en la fibra más intima. Porque en sus caminos habia visto demasiado horror y demasiada hermosura. Lo que lo dejó de una pieza, fue el hecho de mirar, y ver su alma completa. Podia verla, pero no como cualquier caballero. Sino de otra manera. Podía ver su alma entera. Y la vio tan bella que cayó enamorado como nunca. Sin quererlo y sin proponerselo.Fueron solo unos instantes. Fracciones de segundos diría. Pero al caballero jamás se le borro esa experiencia.Para cuando se repuso, se encotraban hablando de cualquier cosa sin importancia. Pero el rostro serio que siempre caracterizó al caballero ya no existía. ahora sonreía. Sonreía con una sonrisa plena y sincera. Era tal su sonrisa que podria decirse: Sonreía por dentro y por fuera.